domingo, 16 de febrero de 2014

Mi corazón baila como Billy Elliot con su twist al saber que estás en casa. La casa que me construyo en ti a modo de refugio para días de decaída. Y para días de celebrar. Son los cigarrillos que fumamos juntos y que nos llevan a un suicidio lento, del mismo modo que podría considerarse suicidio cada vez que me dejas sola. Son los agujeros que provocas dentro de mí. Como acantilados de metros y metros de profundidad que inundas cada vez que dices algo sin sentido, como que puedas quererme. Son olas de calor para un cuerpo hasta ahora frío e inerte. Empiezas a descongelarme, mis pies ya notan el suelo más frío que ellos mismos y, aunque suene algo disparatado, existe ya algo más a después de mañana. 
Quién lo iba a decir...
...me llamaban independiente. Cuando en realidad todo el mundo sabía que dependía de todo. 

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