sábado, 27 de diciembre de 2014

la foto fundida

Definir a una persona es tan complicado que tan sólo he encontrado un posible caso de ello.
Era una foto, una foto hecha por si misma. Era un instante en que ella cerraba los ojos, porque sé bien que ella es así de introspectiva. Parecía que la foto fuese tomada en uno de esos momentos en que ella implosiona, y se transporta a Belice.
La foto la había fundido con otra. De un paisaje, de mares y alguna montaña. Y me parecía tan curioso que fuera esa justamente... Ella tiene tantos mares por dentro que quien se atreve a conocerla sólo puede hacerlo si sabe nadar bien. Yo soy más de bucear, tanto que aquí me tiene bien adentrada en sus profundidades, descubriendo de dónde provienen las raíces que hacen crecer montañas en medio de mares.
Ella es esa tranquilidad, la del agua calmada, la de las orillas que te cuentan todas esas cosas que el oleaje va lamiendo. Y a mi me encanta surcarla.
En la foto salía con los ojos cerrados, pero sé bien que los sueños, los sueños ella los tiene siempre despiertos.

Anaranjamiento

Últimamente todo va así, de llorar mares y que se te queden dentro. Mi pecho ya no puede amortiguar más golpes y parece que todos los rincones se han vuelto ya acuíferos. Me desplazo yo sola y me quedo escuchando, como si nada fuera conmigo, como si esperara que alguna de las veces que se repite mi nombre sonara diferente. Pero la verdad es que no, que la ansiedad esta que me está comiendo es cada vez más amarillenta, más anaranjada, y mi amiga asigna el naranja a aquellas cosas que no son buenas. 


martes, 2 de diciembre de 2014

Articulaciones

No entiendo porqué el frío se me queda siempre encallado en las rodillas.
Será que soy demasiado aprensiva.

Y las rodillas forman un núcleo, implosionan, tan hacia dentro que me duelen como si fueran piedras. Porque las piedras duelen, las piedras taponan. Y mis rodillas conducen el frío hacia todas partes.
Y es una mierda.
Luego viene eso de querer irse y no poder correr. Porque no tienes rodillas, tienes piedras. Y me quedo clavada, muda pero con tanto que decir. Pero no entiendes eso de que mis rodillas transporten el frío por todas partes y se me hiele hasta la lengua.
Pero las rodillas frías son síntoma de algo bueno, de que al menos, algo se siente. Te da tiempo cuando se empiezan a helar las rodillas de marcharte a algún lugar más cálido, te avisan las rodillas de que corras, como puedas, sino el frío subirá por las venas al corazón.

Entonces ahí sí que estaría perdida.
Mientras tanto intentaré eso de irme cuando empiece a notar frío en las rodillas. O escribiré bajo los efectos de Lykke Li, y haré hincapié en eso de honrar la tristeza. Porque es bonita, es fría y ayuda. Más que estar bien.

Sólo me conozco cuando estoy triste.
Y bueno, conocerse permite hacer cosas bonitas.
Gracias rodillas por marcarme el momento justo en el que salir huyendo.
(pero siempre sin correr.)