domingo, 27 de diciembre de 2015

volver a vivir

qué hago
hablando de tristeza
si ya no

hay         quieros que me aten
ni cuerdas flojas que aprietan
solo quedan tus

objetos          entre mis cosas
ya más míos
que

de ti               no me acuerdo
solo te busco
a veces
para recordar lo que

no
debo
                       volver a vivir

Quatre contes curts (o quatre microclimes)

El primer conte és el més llarg. Va passar un novembre i duiem encara jaquetes texanes. La tardor tansols havia passat pel llindar de la porta. L'ambient era càlid, sincer, amb olor a cervesa i a poca pluja. A pluja d'asfalt, de ciutat. El conte encara segueix però ja no és càlid. Ara sempre se'm gelen els peus quan em quedo despullada. Els dimarts de pel·lícula dolenta.

El segon conte és el més fugaç. Va passar a principis de desembre i el que duiem era unes copes de més. El més fugaç i el més valent. Encara tanco els ulls i es repeteix. Vam crear un clima entre la teva barba i les meves dents; el llampec de la incertesa. Ara el conte s'ha fos, però no s'ha acabat. El divendres en que es va complir el meu desig.

El tercer conte encara no ha passat. Serà estiu, segur.

El quart conte és el més divertit. Passarà en tres dies i serà d'aquells tímids exhibits per la nit. Parlem de l'hivern que no gela perquè té mantes i de reprendre un vell 'hola' callat de matinada. Ara no tinc pressa ni lectures obligatòries. El dijous de dotze a un altre divendres. 


domingo, 25 de octubre de 2015

Aquesta és l'única manera de dirigir-me a tu.
L'única manera de no sentir-me corrent cap a una direcció.
L'única manera de tancar l'aixeta i tornar a tenir aqüífers.
L'única manera de transformar els forats en cops de puny cap a la inversa.
De creure'm en un altre espai i temps.
Potser uns mesos enrere.
Potser entre uns llençols.

Ningú és més d'aqui que tu

Penso que sóc jo qui regna els silencis, però en veritat tot l'espai és ocupat pel que vam ser. Els buits s'omplen amb la teva presència i els objectes encara deixen anar l'olor dels teus ulls.
El far ara està apagat per complet,
les llumetes només fan que girar en l'abisme pel qual abans no ens feia por caure.
Però si es poguessin tocar els forats, tots tindrien el tacte de la teva pell, de les nostres cicatrius.
És com tractar de seguir veient París amb els mateixos ulls, el París que penja de les pinces de colors o que s'erigeix des de la petita torre blanca idèntica a la teva. 
Com tractar de tornar a Madrid i fer que no tenim problemes, que no teniem problemes; 
que de fet els problemes s'han quedat
i el que no tenim ara és l'un a l'altre.

jueves, 22 de octubre de 2015

El error de Hemingway

París es una fiesta.
París era una fiesta.
París ya no es una fiesta.

Ahora somos, más bien, el cadáver de una fiesta.
Todas las calles están ahora mojadas, no por la embriaguez que lo llenaba antes, sino por los llantos que nos delatan cuando los tobillos nos tiemblan (tanto que acaban provocando terremotos).

Ahora somos, más bien, el confeti pisoteado que hace eco de todo esplendor. Es el incesar de venir y verte, de seguir sorprendiéndonos al saber que vas a seguir estando ahí. 

Y de veras que sigo presa de lo que me viene y de lo que me vino, de lo que soy o dejo de ser, de si son nuevas voces o persigue el eco, 

de la fiesta que hubo en París,
de la fiesta que éramos en París,

de la fiesta

que es

París.






viernes, 25 de septiembre de 2015

La muerte en los tobillos

Siempre he sido de un querer muy repentino. De un querer más de noche, oscurecido; de los que la poca luz no deja ver con demasiada claridad aquello que tienes entre manos. El querer radiante y feliz siempre ha estado, para mí, fuera de la fecha que mi caducidad sentenciaba.
Y vivía de los trayectos.
De perseguir la noche y huyendo del día.
De clavar las doce en cualquier corazón que se dejara sobornar por cuatro tontas canciones.
Y de repente, como se dice siempre, apareciste tú.
Con tu querer tan repentino como de costumbre, pero dosificado y trasladado a unas cuantas horas más. Y de las horas que pasaban de las doce creció la tumba que me fui cavando desde un principio: un prometedor sosiego que no dejaba de arrastrarse cogido a mis tobillos.
Decían que era amor.
Que no es tan fácil hablar de ello, cuando está todo escrito y bien dicho sobre el amor.
Del mismo modo, que siempre se ha sabido que día y noche son antagonistas y platónicos, antónimos y suplentes; yo vivía de noche anclada en la voluntad de ser día. Tú eras el día con todo tu esplendor.
Un eclipse prolongado
hizo posible
que pudiéramos ser noche y día a la vez,
que dejara el cielo de teñirse de rojo por rabia cada vez que no me alcanzabas al caer la noche
y que acabara el suelo mojado al amanecer, síntomas de una noche de llorera.
Un eclipse prolongado
único y de los que no se repite
que abrasa o hiela
que ciega e ilumina.
¿No son entonces, todos los amores,
eclipses parciales de dos seres?
¿batalla y mezcla de poderes?
¿ser tú sin ser quien eres?

jueves, 17 de septiembre de 2015

Sin título

Y de tanto arder nos prendimos en el fuego,
no necesariamente de ganas, sino más bien por la escasez de agua, de tacto
y por sobra de resquemor.
Ahora ya nada nos ata, ni nos deja
nada nos late ni nos semeja.
Nada que hacer salvo negarnos
a ser cenizas sin posibilidad de fénix,
a ser manantiales sin verde que crezca,
a que estamos -más bien- anclados
en un pasado inerte de raíz y sin semillas por tierra.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Aguas

Y de las sensaciones nacimos tú y yo muertos.
He usado, demasiadas veces, la metáfora del agua como base sustancial de todo lo que nos rodea. Así, como el mar, hay algo que nos entra por todas partes y nos parece tapar todos los agujeros. Una masa, superficie, envoltorio... un nosequé que nos aguanta y nos hace estar de una pieza. 
Siempre aparentemente.
¿No os da la sensación, cuando os metéis en el agua, que os sostenéis en pie porque estáis dentro de ella? Como si fuera más fácil y pesaran menos los movimientos, como si el mismo ir y venir de las cosas hiciera subir o bajar la marea, mantenernos a flote. 
Y es que el agua a veces cura, cuando pica y desinfecta; cuando limpia la cara por las mañanas y borra los rastros de lo que ya fue ayer. Pero otras, malditas veces, el agua estanca y pudre, distorsiona, insonoriza, y no se oyen más que los ecos, no se perciben más que los rastros y todo se reduce a si el agua es azul o verde.
Por eso cuando hablo de agua, no sé si es para bien o para mal. 
No sé si nos envuelve o nos ahoga, si nos cura o nos mata,
por eso a veces soy mar
y otras un río a la deriva,
por eso a veces me quedo
y otras huyo sin parar.

sábado, 22 de agosto de 2015

Enjambres

Ventanas entreabiertas y tantas y tantas cortinas corridas por el quédiran.
Quédiran. Así junto. Como de juntos estábamos en todo aquél enjambre.
Nada de esto tiene sentido,
nadie de esto siente nada.

domingo, 19 de julio de 2015

Pieles

Y dicen que las cosas siempre tienen que ver con la piel y que mudarla es tan necesario como que las sábanas sean lo único que nos cubre las espaldas en verano.
Será que sentirlo todo depende de la distancia entre poro y poro y de la proximidad de esa segunda piel, atenta siempre por si tiene que salir a escena,
actriz de repuesto por si las pieles muertas nos dejan en carne viva.



lunes, 13 de julio de 2015

otro amarillo

otro amarillo
que quiera quedarse
perenne en mis pupilas
le quitará el sitio a los ácidos limones
que arrastran punzantes
los gritos de ayer

en que fuimos radiantes
y calurosos amarillos
sedientos de insomnia
y hartos de sol

cálidos brotes en mañana tardía
sin alma fúnebre ni fin redentor

lunes, 6 de julio de 2015

Alicia

Somos demasiado jóvenes para estar tan tristes.
Y nos duele la cabeza de apretar tanto la mandíbula para querer saborear, una vez más, el esperado sabor de la sangre. Quizás porque es la única manera de comprobar que hay una herida, incesante búsqueda interior que siempre termina por desquiciar a quien padece sin saber de qué. 
Y la verdad es que estamos tan tristes,
que nos encanta la idea de poder sacar provecho de ello. De recrearnos en un sentimiento, de alargarlo, doblarlo, estirarlo, dilatarlo hasta que su elasticidad no da más de si y termina por pegarnos un latigazo en la boca del estómago. 
Es la inercia del que va y viene en un sinvivir de agonías, de compases vacíos en el que esperan entrar algún día a tiempo, como aquella que le temblaban las rodillas al tener que entrar a saltar en el momento exacto en que la cuerda estaba a ras de suelo. 
Demasiado jóvenes y tan tristes.
Y no hay tantas ciudades en el mundo como para que cada uno decida perderse en una de ellas.
Habrá algún día en que aparezca Alicia de entre las calles y nos diga a todos que fue demasiado joven para estar tan triste.
Entonces ya no tendrá edad para saltar a la comba. 

sábado, 20 de junio de 2015

monosílabos

De las verdades como puños nacieron las ínfimas posibilidades
de volver a ser. De volver a sernos. De que volviéramos a aquél ser.
De que nos helaramos las pieles con el contoneo de mis pies,
pendientes siempre de marcar el compás del aliento:
inspirar - expirar
patrones repetitivos de inquietantes monosílabos.
tú - yo
binomio de contrarios en que aprendemos a desposeernos
de cada pensamiento propio
de cada situación unánime
de cada posibilidad que no estés cambiando la manera que yo tenía de hacer las cosas.

jueves, 18 de junio de 2015

El incesar

No sentirme yo. Ser mi ausencia.
Demencia
de los pálpitos de antes,
la creencia de que partes,
descubrían las esquinas a tientas.

(Sigo haciendo de artes corazones en venta.)




lunes, 6 de abril de 2015

Esófago arriba y relamiendo las paredes tubulares

Pasaste como un relámpago
esófago arriba,
relamiendo las paredes tubulares
que van de la boca del estómago
a las papilas residentes en los mares
de saliva.
Pasaste frenéticamente,
como una corriente
que como un alambre se prolongaba
dejando a la estacada
a cada
miembro entumecido
desde cada mota de mi piel
al rincón más inerte.
Dejaste,
pulmones malheridos
y anginas anguladas
perfiladas por el calambre,
haciendo que el estornudo
sacudiera desde mis tobillos.


domingo, 5 de abril de 2015

Abrirnos las carnes

Tenía las uñas rojas -brillantes- no sé si por la lujuria, o porque se desgarraba poco a poco y bien adentro cada rincón de sus entrañas. Dolidas y dolientes, sus heridas vertían corrientes y odiseas de sangre, de cúmulos, de no encontrar nunca su casa y de verter en los glóbulos las pocas esperanzas para defenderse en próximas fallidas. 
Una ciudad sumergida en arcadas, en canales rojos y sedientos de hierro, pero sedientos de ése modo tan punzante y pastoso en que bocas y lenguas se convierten en retales de corcho quedando a flote en medio de un mar en el que sólo sobresalen puntas de icebergs, icebergs de despojos y restos de todo lo que teníamos de más.
Entre orilla y horizonte, nada más que un sinfín de olas dilatadas, de ascensores horizontales en los que marea y corriente se disputaban el alcance de la línea de llegada. De llegada a tus pulmones, encharcados ya de tanto y tanto rascarse. 
No le quedaba más que remar. 
Hacia delante y hacia detrás. 
Sístole y diástole.
Sístoles que contraen arterias pendientes de un hilo, arraigadas a todo lo que pillan, que envían lo poco que les queda al sargento central. Mientras las otras, ilusas diástoles, perecen y rebotan, quedan y son, poco más que una expandida y elástica manera de volver a la vida.

Como si las uñas rojas no demostraran por si solas que por mucho que bombeemos los motores, nos abrimos las carnes cada vez que decidimos meter la mano dentro de nuestras y otras vísceras.

sábado, 4 de abril de 2015

Demasiado tarde para salvarles de su prolongada asfixia

De cuando las paredes se tiñeron de negro y ahogaban tanto que los mosquitos se quedaban atrapados entre los barrotes, con tanta mala suerte, que cuando las paredes se abrían y se convertían en párpados, era demasiado tarde para salvarles de su prolongada asfixia.
Los barrotes eran pestañas y los mosquitos parecían pupilas cambiando de tamaño por el incesante aleteo que pedía a gritos algo de sombra para tanta luz incandescente. 

domingo, 22 de marzo de 2015

Las calles nunca dicen

Las calles tan calladas,
que fueron calles tan pisadas,
creyeron ver
-a nuestro paso-
que todos los antes caídos
retumbaban en sus oídos
por tan inertes y callados pasos.
Y es que calle (por mi querida)
era lisa y merecida,
alfombra roja 
sábana limpia
superficie plácida
ausente y perdida
esclava de tantos
-a los que a su paso se aflige-
queriendo decir
lo que nunca dice.

(a la foto aquella en que la perspectiva jugó a su favor y la hizo más bonita de lo que era)

domingo, 1 de marzo de 2015

Fálteme razón

Supongo que me da
tanto miedo estar sola,
que yo misma me ausento
y me doy por vencida
fuera ser,
fálteme razón,
que decidiérais todos
marcharos durante el pestañeo.
Y si fuera el caso entonces
yo ganaría en ventaja
de tenerme ya sabidas
las rutas de salida,
la clave del misterio
y las reglas de la baraja
para saber así con certeza
que de caerse lo que es sabido,
me quedaría la tristeza,
ausente, inerte y completa coraza.

domingo, 22 de febrero de 2015

Amores

Amores de (una)versidad
donde los ve(r)sos tenían tanto protagonismo ...
... que no quedaba tiempo para nada más.

Amores de (in)condicional
porque el si con conjunción,
es más temido que un no con por delante.

Amores tantos,
que de tontos hicieron amores,
donde tanta guerra había.

jueves, 19 de febrero de 2015

Oasi

De vegades, contra tot pronòstic, apareix l'oasi i em recordes que t'agrada que ho pinti tot de groc. En aquests moments realment m'ensorres, perquè ens cal tenir un sol ben radiant en aquest oasi. I jo no faig més que tacar el propi verd.
Però el verd i el groc no van enlloc quan es barrejen, només graduen la intensitat i s'emmuden mutuament. Tu i jo potser hauríem de anar creant nous colors, per no haver d'estancar-se, per no haver d'esperar de mi que sigui sempre àcida com el sol, ni creure que tu m'has de calmar amb el teu verd. 
Potser és hora de noves tonalitats,
potser és hora de capbussar-nos dins l'oasi i deixar que la llum reflecteixi dins l'aigua l'infinit ventall de possibilitats d'ensortir-nos. 

martes, 17 de febrero de 2015

Ni tarde

Ella llega siempre tarde
porque llegar pronto
da más miedo
que miedo da
llegar tarde.
No se trata de corazones hinchados
sino más bien,
de venas estancadas,
de nudos en los tobillos
y de esguinces en la garganta.
Ella llega siempre tarde
por el viento que le sopla contracorriente,
por las sábanas pegadas,
y por no querer ser salvada.
Ella se explica tan mal
que nadie la entiende
y menos mal.
Podría haber quien lo intente
aunque 
de todos modos
puede que se pierda y ya nunca volvería a llegar.

(Ni tarde)

Con retales

Con retales de cosas vividas
ella intenta que algo tenga sentido.
Empezó por una foto
y luego vinieron los mapas,
las postales.
Con retales se cose a menudo
emblemas que la mantienen,
corazas,
esquemas,
y sábanas para taparse.
Con retales se construye
y dentro del molde encaja,
se queda quieta,
insana, 
hundida y no huye.

jueves, 12 de febrero de 2015

Alço els ulls

Alço els ulls
i trobo el teu contrapicat
el resseguit que va
dels llavis
al nas
i del nas
al front.

Alço els ulls 
i el cel està esquitxat
de diminutes pigues
de infinites estrelles
de dos fars
ben
quiets.

Alço els ulls 
i sóc petita
diminuta
tant
que qualsevol vent fugaç,
podría endur-se'm.

Però em poso plom als peus
em fixo
em clavo 
i ferma i convincent,
deixo que qualsevol vent,
per fugaç que sigui,
només s'endugui 
la por
la pols
la ment.

lunes, 9 de febrero de 2015

Navegants que es guien per llumetes equivocades

A fora ningú es fixa en aquesta rengleta de llum que deixa passar la meva persiana. És la meva ànima que crida. Com si fos un far, la deixo encesa tota la nit per si algú notés que necessito ser salvada.
Projecto un punt de llum que es reflexa en això tan fosc que hi tenim al damunt, un bri de pols lluminós que crea una constel·lació amb totes aquelles llumetes fugisseres que dansen i s'escolen per cada finestra i que intenten dirigir els vaixells i les tropes.

El que no saben els navegants és que no trobaran cap tresor si neden per un aqüífer.

domingo, 8 de febrero de 2015

Domingos cuajados

A veces pienso que tengo a alguien siempre detrás con unas tijeras y que me va cortando el aliento. Los domingos tienen eso de que te falte siempre el último respirar, de medio ahogarse en mares que parecen cielos...
Y este domingo mío era tan espeso que se cuajaba hasta la respiración. Era algo así como una continua expiración y cuando las costillas quedaban ya hundidas, entonces algo me recordaba que debía volver a inflar mi estómago.
Quizás era porque el aire estaba duro.
Duro y cargado de todo aquello que no podíamos ver con los ojos pero que estaba ahí, reacio a meterse dentro de nuestros cuerpos. Si yo hubiese sido aire, tampoco me hubiera dejado meter en un cuerpo que me encarcelara, y menos si ese cuerpo estaba cada vez más frío e inerte.

sábado, 31 de enero de 2015

Ya es hora de cierta calma.
Al final va a llegar la primavera y nosotros seguiremos helándonos de frío cada vez que abramos la boca. El aliento ya hiela sin apenas estar cerca. Ni siquiera escuchas lo que digo.

Es sólo cierta calma para recobrar un poco el norte.
Después ya seguirán soplando vientos que intenten tumbarnos, ya habrá ocasiones de apuntar hacia el sur.

Seamos por una vez dos seres con cordura. O aparentemos tenerla.
(Y es entonces cuando tal vez entiendas que no es cuestión de mí y de ti, 
sino más bien de yo sin ti y de cuánto necesito eso a veces.)

viernes, 9 de enero de 2015

Mi altar tiene cactús, torres y viajes... A mi altar le falta un faro.

Tengo en mi habitación todo un altar dedicado a ti. Lo tengo para recordarme cada día todo aquello en lo que hemos trabajado juntos, todo lo que ocurrió cuando pensábamos que no se podría más, o todo lo que nos sorprendió y vino según lo previsto.
Lo preside mi cactús metafórico, el que intenta imitarme y sigue en pie año tras año demostrando que no le hace falta agua bajo la que erguirse, que su coraza y sus punzantes brazos ya le sirven para defenderse de todo ataque. Tu nota, en verde y en esa mala letra que niegas tener, me recuerda que de algún modo soy suerte, o que vine para alegrar a alguien, y que quiere que me quede. Y me quedaré en todas las torres que siguen mis marcos, y en todos los recortes de viajes que nos robaron una parte de nosotros. 
Todo ello lo corona mi constelación de luces, y en cada una de ellas guardo partes.
Espero que nunca se fundan o no sabré nunca como regresar...
Me falta un faro en mi altar, 
por si un apagón intenta impedirme la vuelta a casa.