Pasaste como un relámpago
esófago arriba,
relamiendo las paredes tubulares
que van de la boca del estómago
a las papilas residentes en los mares
de saliva.
Pasaste frenéticamente,
como una corriente
que como un alambre se prolongaba
dejando a la estacada
a cada
miembro entumecido
desde cada mota de mi piel
al rincón más inerte.
Dejaste,
pulmones malheridos
y anginas anguladas
perfiladas por el calambre,
haciendo que el estornudo
sacudiera desde mis tobillos.
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