domingo, 31 de agosto de 2014

La poliédrica

El frío empezaba ya a doler. Eran vientos punzantes, gotas triangulares y por las venas la sangre que corría estaba tan helada que quemaba ya hasta la piel. Yo era blanca y robótica, punzante como el viento y triangular como la lluvia; estricta, cortante, poliédrica. Cuando salía a la calle los días de frío, mi belleza se realzaba y mis contornos afilados crujían al andar. Todo iba bien, ser intocable daba ese morbo y esa solemnidad que todo el mundo desea poseer. Pero un día apareció el chico redondo. Era de piel caliente y azucarada. Era blando y con olor a pan. Ahí fue cuando descubrí que ser poliédrica era una mierda, porque las cosas poliédricas arañan y porque al final solo dejé migas de pan.

1 comentario:

  1. Tú no arañas ni dueles de ninguna manera.
    Tú eres de las que cosen, de eso estoy segura.

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